Cómo fomentar el tipo correcto de conflicto en tu equipo

Escrito el 05/11/2025
HBR


Los conflictos en el lugar de trabajo son inevitables, pero no todos son perjudiciales. Existen diferencias entre los conflictos saludables y los no productivos. Mientras que el primero impulsa a un equipo hacia sus objetivos y fortalece relaciones de respeto y confianza, el segundo frena el progreso y genera desconfianza. La clave para cualquier líder es fomentar desacuerdos constructivos y evitar que las tensiones escalen en conflictos dañinos.


La importancia del conflicto saludable en un equipo

En su libro The Five Dysfunctions of a Team, Patrick Lencioni introduce el concepto de armonía artificial, una situación en la que los miembros de un equipo actúan como si todo estuviera bien, cuando en realidad existen desacuerdos reprimidos. Las investigaciones muestran que los equipos que se sienten seguros para debatir abiertamente rinden mejor, toman mejores decisiones y son más innovadores.

Sin embargo, no todas las tensiones contribuyen al crecimiento. Un conflicto productivo fomenta la comunicación abierta y el respeto, mientras que un conflicto destructivo genera juicios, culpas y falta de confianza. Por ello, los líderes deben crear un entorno en el que los desacuerdos sean vistos como oportunidades de mejora.

Estrategias para fomentar conflictos saludables

1. Normalizar el desacuerdo

Los líderes deben dejar claro que los desacuerdos son naturales y beneficiosos. La tendencia humana es evitar la confrontación, por lo que es crucial comunicar abiertamente que los desacuerdos no son problemas a resolver, sino oportunidades para mejorar.

Además, es recomendable establecer normas para garantizar que las discusiones sean productivas. Algunas sugerencias incluyen:

  • “Nos comunicamos de manera abierta y sincera.”
  • “Nos enfocamos en los problemas, no en las personas.”
  • “Respetamos las diferentes perspectivas.”

2. Identificar y nombrar las tensiones positivas

Los equipos suelen enfrentarse a tensiones naturales que pueden generar desacuerdos, como:

  • Rapidez vs. calidad
  • Inclusión vs. eficiencia en la toma de decisiones
  • Atención al cliente vs. rentabilidad de la empresa
  • Innovación vs. mantenimiento de capacidades existentes

Por ejemplo, un equipo puede tener un miembro enfocado en la rapidez y otro en la calidad. Ambos enfoques son valiosos, y encontrar el equilibrio adecuado es clave. Para evitar que estas diferencias se conviertan en conflictos personales, los líderes deben nombrar las tensiones y enmarcar los desacuerdos como parte del proceso de toma de decisiones.

3. Separar a las personas del problema

Un método eficaz para gestionar conflictos es pedir a los involucrados que argumenten en contra de su propia posición. Esto ayuda a que comprendan otras perspectivas y evita que el desacuerdo se vuelva personal. Los líderes pueden hacer preguntas clave para mantener las discusiones productivas, como:

  • ¿Hay algún ángulo que estemos pasando por alto?
  • ¿Cuáles son los pros y contras de cada punto de vista?
  • ¿Cómo cambiaría la discusión si no tuviéramos restricciones?
  • ¿Cuál sería un punto medio viable y qué sacrificios implicaría?

4. Mantener la calma y modelar el comportamiento adecuado

Los líderes deben manejar los conflictos con serenidad. Si un líder se muestra incómodo o nervioso cuando surge un desacuerdo, los empleados pueden interpretarlo como una señal de que el conflicto no es bienvenido. Mantener una actitud tranquila y objetiva permitirá que el equipo aborde las diferencias de manera saludable.

Cuando una discusión se vuelve improductiva, el líder puede intervenir con frases como:
"Parece que estamos discutiendo entre rapidez y calidad. ¿Todos ven esta tensión de la misma manera?" o
"Regresemos la conversación a un espacio productivo. ¿Qué debemos decidir para avanzar?"

Lidiar con conflictos no es fácil, y muchos líderes evitan estas situaciones. Sin embargo, el conflicto bien gestionado es un motor de crecimiento y éxito en los equipos. En lugar de reprimir tensiones, los líderes deben aprender a canalizarlas en beneficio del equipo. Cuando las personas se sienten seguras para debatir y expresar sus ideas, se toman mejores decisiones y se alcanzan mejores resultados.