por Melody Wilding
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Imagina esta situación: un colega te pregunta si puedes presidir un nuevo comité que están comenzando. Sin siquiera detenerte a pensar, las primeras palabras que salen de tu boca son: “Seguro. ¡Me encantaría!" Avanza rápido en el tiempo y verás los correos electrónicos que se acumulan en tu bandeja de entrada y una serie de citas en tu calendario. De repente te das cuenta de que estás demasiado ocupado. Sabes que debes decir que no después de decir que sí, pero dudas en salirte de la obligación después de haber dado tu palabra.