Por Liz Fosslien y Mollie West Duffy
Cuando nos enfrentamos al estrés crónico o a un trauma, nuestro cerebro «reconfigura los circuitos de la rabia» explica el neurocientífico R. Douglas Fields. En otras palabras, el nivel sostenido de estrés y miedo que experimentas todos los días cuando estás bajo presión agota tus recursos emocionales, lo que hace que sea mucho más probable que te enfades, incluso con provocaciones menores.