Por Juan Ruhlin y Dorie Clark🖊️
A medida que se acercan las fiestas, es natural pensar en dar regalos a tus clientes. Después de todo, estudios han demostrado que impulsar el compromiso emocional con los clientes (y los obsequios bien elegidos sin duda pueden desempeñar un papel) podría añadir hasta un 5% a los ingresos de una empresa.
Pero también es cierto que recibir malos regalos — digamos, brownies para alguien que entrena para un triatlón, o una botella de vino para alguien en recuperación, pueden hacer que los destinatarios se sientan despreciados y sin importancia. En el mejor de los casos, es una pérdida de dinero y, en el peor, el intercambio puede generar sentimientos de resentimiento que podrían dañar la relación.