Por Alice Boyes
¿Sigues posponiendo el trabajo que tienes que hacer? El problema probablemente se deba a una de las tres cosas: tus hábitos y sistemas (o la falta de los mismos), tu deseo de evitar las emociones negativas (como la ansiedad y el aburrimiento) o tus propios patrones de pensamiento defectuosos (que pueden hacer que una tarea parezca más difícil de lo que es). Por suerte, existen estrategias sencillas para gestionar cada una.