Durante décadas, las empresas han recurrido a la obsolescencia programada, diseñando productos con ciclos de vida limitados para incentivar la compra continua. Aunque este enfoque ha garantizado ingresos estables, ha generado impactos devastadores: acumulación de desechos, pérdida de confianza del cliente y relaciones superficiales con los consumidores.
Hoy, ante la creciente preocupación por la sostenibilidad y la lealtad del cliente, las empresas buscan alternativas. Una solución prometedora son los productos que crecen (PTG, por sus siglas en inglés): productos que se adaptan y evolucionan junto a las necesidades de los usuarios.