Por Valeria Martínez
Toda la vida creí que las emociones son simplemente estos momentos que “te pasan”, que llegan sin avisar y que había que reaccionar a ellos. Si sentía enojo, lo que debía hacer era explotar, gritar, regañar, confrontar, etc. Si sentía tristeza, lo que debía hacer era aislarme, llorar, juzgar mi vida y etiquetar todo como negativo, y así con cada emoción.