Por Kersten Heineke, Ruth Heuss y Philipp Kampshoff
A medida que los servicios de vehículos autónomos se implementan y escalan, el ritmo y la naturaleza de esa transición tienen implicaciones significativas en toda la cadena de valor de la movilidad. Los participantes de la movilidad que ya han experimentado disrupciones, como la electrificación, deben considerar contextos de movilidad localizados, además de la evolución de la tecnología de conducción autónoma, en su evaluación de la movilidad autónoma.
Para brindar claridad sobre cómo podría evolucionar el mercado de vehículos autónomos (AV), McKinsey ha desarrollado un modelo de mercado de movilidad granular que incluye numerosos modos de transporte, utilizando datos de más de 2800 ciudades y áreas rurales en más de 110 países. El modelo proyecta las millas recorridas, las ventas de vehículos livianos, la base instalada y el impacto ambiental. Además, estima el tamaño de los grupos de valor para el transporte privado y compartido hasta 2030 y más allá y proporciona información detallada para ciudades individuales, incluidos los escenarios impulsados por la crisis de COVID-19. Como parte de este esfuerzo, también examinamos varios resultados para la conducción autónoma.