Por The Economist 🖊
El giro populista en la política estadounidense es difícil de resumir en una sola palabra. Pero un adjetivo, "surrealista", podría funcionar mejor que los demás: la mezcla de lo ordinario y lo extraordinario. André Breton, el fundador francés del movimiento surrealista, definió una vez el método surrealista como la renuncia al control del “pensamiento automático no solo alejado de todo control ejercido por la razón, sino también desvinculado de todas las preocupaciones estéticas o morales”, que podría reutilizarse como un definición de populismo trumpista. La historia de estas elecciones intermedias también es surrealista: hay un evento ordinario, el partido de un presidente que pierde escaños en el Congreso por vigésima vez de las últimas 22 elecciones intermedias. Y luego está lo extraordinario: también podría empujar a hombres y mujeres a hacer campaña orgullosamente con la intención de desafiar los resultados electorales que encuentran desagradables en cargos electos, ni siquiera dos años después de que la misma lógica condujera a la toma del Capitolio.